domingo, 24 de enero de 2010

ACERCA DE LA ALIANZA POLÍTICA ENTRE MSM Y EL KATARISMO DE KATARI

(Por Javier Medina) Se acaba de sellar una alianza política entre el Movimiento sin Miedo y el Movimiento Katarista de Katari. Considero que esta alianza epocal abre un antes y un después en la historia política del país, pues por primera vez se plantea y explicita una relación política en términos de matrices civilizatorias, entre, por un lado, el MSM como representante político de la matriz occidental, en su versión de Izquierda y que quiere aglutinar a los bolivianos occidentales, de cultura católica, urbanos, castellano parlantes y de clases medias que buscan una relación positiva y creativa con la matriz civilizatoria indígena y, por el otro lado, el Katarismo de Katari como representante político de la matriz oriental, en su versión aymara y que quiere aglutinar a los bolivianos indígenas, de cultura animista, bilingües, urbanos y rurales, indígenas, originarios, campesinos y afrobolivianos que también buscan una relación de complementariedad y tinku con la matriz civilizatoria occidental, como profundización katarista del actual Proceso de Cambio. El Katarismo es el aporte más importante del pensamiento político aymara contemporáneo a la política de país. La razón es muy sencilla, pero está oculta por el paradigma monoteísta del Occidente moderno. Por un lado, desde la Politeia de Aristóteles, la política, en esta civilización, está supeditada al poder del Uno: mon-arquía. De ahí a la tentación hegemónica que excluye al Otro, sólo hay un paso. Tentación en la que ha caído el MAS. En cambio los kataristas levantan el Par: la di-arquía: el poder de la Paridad: de la complementariedad de opuestos, los dos cetros, como explicita la efigie central del friso de la Puerta del Sol de Tiwanaku. Dicho con otras palabras: plantean un modelo cuántico de la política. Se entenderá, pues, su pertinencia para el mundo actual por su coincidencia con el nuevo paradigma de la ciencia basado, entre otros principios, también en el Principio de complementariedad que Nils Bohr formuló en la famosa interpretación de Copenhague que establece que, tanto la descripción ondulatoria como la corpuscular, son necesarias para comprender el mundo cuántico. Una lectura política de la física cuántica, traduce Onda por Oriente (del cual la Indianidad forma parte) y Corpúsculo por Occidente. En efecto, las energías bosónicas de la conjunción hacen masa crítica en Oriente y las energías fermiónicas de la disjunción hacen masa crítica en Occidente. La precisión Katarismo de Katari quiere llamar la atención sobre la visión animista cosmogónica aymara que, con Katari, menta la Serpiente ctónica, telúrica que, desde la profundidad de la Pacha, llama al Pachakuti. Con otras palabras: desea marcar una diferencia, no excluyente, con el Katarismo misionero que los Oblatos de María Inmaculada desde INDICEP, Centro de investigación y capacitación de Educación Popular, en los años Setenta, fijaron, antropocéntricamente, en afiches al posicionar a las personas de Tupaj Katari y Bartolina Sisa, como héroes históricos y republicanos y que se expandió exitosamente a propósito del debate “campesino” en torno al “Manifiesto de Tiwanaku”, promovido grandemente por los misioneros jesuitas de CIPCA, Centro de investigación y promoción del campesinado y que llama, más bien, a la Revolución. Ahora bien, frente al Indianismo (y, a fortiori, del Indigenismo: lo mismo que el Indianismo sólo que proferido por criollos occidentales) el Katarismo populariza la “Teoría de los dos ojos”. Debemos, dicen, mirar el país con el ojo de clase (guiño a la COB y a la izquierda marxista y, a fortiori, a Occidente) y con el ojo de la cultura (guiño al naciente nacionalismo aymara y a los indianismos e indigenismos y, a fortiori, a la Indianidad). La teoría de mirar el país con los dos ojos simultáneamente expresa, en las condiciones políticas de entonces, el softaware aymara-quechua de la Paridad: pacha, yanantin. Hasta donde se, Simón Yampara es el único que ha seguido profundizando teóricamente esta veta hasta el punto de plantear, ahora, la teoría de “las dos Matrices civilizatorias”: la aymara con semillero milenario en Tiwanaku y la occidental centenaria con raíces en Europa. El modelo katarista, al seguir el modelo del ayllu: Aran / Urin, entiende a Occidente y a la Indianidad como polaridades antagónicas complementarias. Ambas civilizaciones, por tanto, son sustantivas y necesarias, en este modelo político. Estamos, pues, más allá de la ilusión dialéctica de la inclusión/exclusión; estamos en el paradigma cuántico de la complementariedad. El Movimiento sin Miedo proviene de una Izquierda universitaria, castellano parlante, de clases medias, católica, urbana, no estalinista, revolucionaria y que ha sido parte de las luchas sociales contra las dictaduras, concretamente: el juicio a García Meza; la construcción de la democracia: concretamente: la municipalización del país y, sobre todo, de haber aportado a la institucionalización del municipio más grande e importante del país: el Gobierno Municipal de La Paz. Ha demostrado, pues, que la Izquierda (normalmente ineficiente tecnocráticamente) puede hacer gerencia pública de un modo creativo y exitoso. El costo ideológico, empero, de esta concentración en la gestión pública es que el MSM se ha quedado en el ideario de izquierdas de los Noventa. Como dijera Juan del Granado, el MSM no ha metabolizado conceptualmente la rebelión aymara del 2003, aunque ha tomado debida nota, al punto que ha hecho dos alianzas absolutamente significativas: una, con el Katarismo, representado por Simón Yampara y, otra, con el Movimiento Pueblo, representado por Abel Mamani: el dirigente de los ayllus urbanos de El Alto: las Juntas Vecinales aglutinadas en la FEJUVE, que dieron fin a la República oligárquica. Es muy clara, pues, la opción política asumida por el Movimiento sin Miedo: ligarse al fuego de la Rebelión aymara, desnaturalizada, luego, en “movimientos sociales” para decapitarle sus propias autoridades y suplantarles burocráticamente. De este modo, pues, el MSM se convierte, para los bolivianos occidentales que desean una relación complementaria de respeto y convivialidad recíproca con la Indianidad, en una plataforma para hacer política e intervenir en el Proceso de Cambio como actores políticos que han superado los afanes hegemónicos y excluyentes, típicos del monoteísmo político, tanto liberal como socialista, y desean construir relaciones de complementariedad y reciprocidad, en las que ambas civilizaciones se entiendan, siguiendo el modelo político aymara, como dos parcialidades de un Ayllu Mayor. Se trata, en efecto, de negociar con la Indianidad unas relaciones políticas de largo aliento, sobre la base de que los bolivianos occidentales somos una minoría significativa y no somos los dueños originarios de la tierra. Esto es lo estructural. Lo supra-estructural es que nosotros representamos la otra energía de lo humano: la tradición abrahámica y queremos persistir en nuestro ser, pero abiertos a interactuar y dejarnos enriquecer por la otra energía de lo humano: la tradición animista de la Indianidad.

EL CH'UKU D'EVO

Por / Javier Medina
En las dos entronizaciones de Tiwanaku, el Presidente Evo Morales ha llevado el célebre gorro ceremonial de cuatro puntas y base circular. No es un adorno, es un programa de gobierno que condensa la visión andina del Poder supremo. Intentaré una lectura para los bolivianos occidentales. El nombre de este gorro estatal es Ch´uku. Etimológicamente proviene de la silaba significativa ch´u que significa: juntar, coser, unir; y ku que significa: causa, misión. Así, pues, lo que dice el Chu´ku es que su portador tiene el deber de unir, juntar, coser lo plural: representado en las cuatro puntas, en una composición en la que, sin embargo, cada cual conserva su alteridad pero formando parte de una totalidad: el círculo de la base. La cuadratura el círculo, justamente, que sólo se puede resolver, como demuestra el Ch´uku, en tres dimensiones. Esta es la manera andina de entender lo uno y lo múltiple. (La CPE ha elegido la manera monoteísta católica: un solo Dios: lo sustantivo, y 36 nacionalidades: lo adjetivo). Ahora bien, esta manera andina de gobernar tiene un horizonte no antropocéntrico. Primera gran diferencia con la visión calvinista anglosajona, hoy en vigencia, y que ha entrado en crisis con el calentamiento global y su manifiesta incapacidad para responder a los nuevos desafíos; Copenhague, por ejemplo. De ahí, el éxito del discurso global de Evo sobre la Madre Tierra. Así, pues, las cuatro puntas del Ch´uku apuntan, en primer lugar, a los cuatro puntos cardinales del universo, que ya aparecen en la Chakana: el mapa cosmogónico del planeamiento andino. Aquí se funda la visión cosmocéntrica de esta civilización que el monoteísmo: la colonización, ha ido desmontando y reduciendo a la sola visión antropocéntrica, so pretexto de idolatría: “adoran a las estrellas”. Nada más falso. Esta era y es una manera concreta de expresar el principio básico de esta civilización: el principio de relacionalidad al nivel más “abstracto”. Todo está conectado con todo, como ahora volvemos a saber por la ciencia del nuevo paradigma. Esos cuatro puntos estelares fijados ya sobre el territorio se cualifican como Urin: por donde sale el sol: Oriente; Aran: por donde se pone el sol: Occidente (que da lugar al ayllu, precisamente). Uma: lo húmedo, femenino, bajo y Urku: lo seco, masculino, alto (que da lugar a los trajines del ayni: la reciprocidad). Estas son las coordenadas que permiten ordenar el territorio de un modo equilibrado y complementario; objetivo que no cumple el modelo republicano de municipios, provincias y departamentos, aunque éstos se definan como autónomos. Este ordenamiento político administrativo, de tipo mediterráneo, es el que ha producido pobreza al romper la simbiosis inter zonal propia a la alta montaña tropical. Esa ruptura de la simbiosis inter ecológica, como eco de resonancias astrales, fue el cometido de las Reducciones toledanas que acompañaba, administrativamente, la extirpación de idolatrías. Una aplicación concreta y posible, ahora, por ejemplo, en el departamento de La Paz (Propuesta electoral de Simón Yampara), de este primer significado del Ch´uk, podría ser el siguiente:
Volver a hacer de Tiwanaku no sólo una capital ceremonial sino también político administrativa. Siguiendo a la CPE, los cuatro Suyos se pueden entender como Autonomías Regionales. Con lo que se abre una posibilidad de innovar a partir de lo constituido. La idea andina de paridad obliga a postular una capitalía en las Tierras bajas: Paititi. Con lo cual se abre la posibilidad de curar estructuralmente el cáncer urbano del El Alto / La Paz: incubadora de violencia e inseguridad, producida por una lógica que focaliza todos los recursos, monístamente, en un solo punto. Alrededor de Paititi se vuelve a replicar la lógica fractal de autosimilitud de Tiwanaku y así: hacia lo más pequeño y hacia lo más grande (¿La confederación del ALBA con doble capitalía en La Paz y Caracas?). Estos cuatro puntos también significan la pluralidad de pueblos y naciones que componen la comunidad política: la confederación tiwanakota que se puede ver, por cierto, en el museo de Pariti. El Chu´ku dice que la misión de su portador debe ser esforzarse por unir, coser, juntar, estos diversos pueblos en la lógica de la complementariedad de opuestos. Este punto de vista andino se opone al modelo monoteísta occidental que instaura un punto que concentra todo el poder: un solo pueblo tiene la verdad, la razón y el derecho a existir: Occidente. Los demás o se incluyen (desapareciendo como tales) o se joden: el tercer mundo. Tertium non datur. Políticamente, aquí y ahora, eso significa que el portador del Ch´uku debe reconocer y respetar la alteridad de la civilización occidental en Bolivia: el comiteísmo cívico católico de las tierras bajas y las ciudades: el restante 35% que, sintomáticamente, se ha comportado haciendo honor a su fundamentalismo cainita negador de la alteridad indígena y Evo les ha dado de su propia medicina aplicando un soft power de cuño indígena. Espero que aprendan la lección y se ubiquen. Eso significa, sin embargo, que el portador del Ch´ku debe esforzarse por tejer, coser, una alianza de civilización entre la matriz occidental y la matriz indígena (que la oferta Yampara, a nivel local, con la alianza del Katarismo de Katari y el MSM, como representantes de ambas matrices civilizatorias). Esto, a nivel macro. A nivel micro, lo peor del modelo occidental: la primacía del Uno que, en política, se traduce en la idea de Hegemonía, que puede ser liberal o socialista: “la mayoría tiene la razón”, “Partido único”… lleva a una idea que empuja a entender al Otro como enemigo: “Si no estás conmigo, estás contra mi”. Sólo hay un dios, una sola verdad, un solo camino, una sola iglesia. Extra ecclesiam nulla salus. Por el contrario, el concepto andino de Ch´uku lleva a entender y tratar al otro como complementario, como parte de una totalidad mayor, expresada en el círculo de la base del gorro. La Holoarquía tiwanakota. Es el modelo de la ciencia de punta actual. Así, pues, al interior del Proceso de Cambio hay también “cuatro puntas” que hay que manejar como complementarias, no como adversarias. Ni Juan del Granado, ni Simón Yampara, ni Abel Mamani son adversarios; expresan facetas negligidas por el MAS: gestión, institucionalidad, identidad aymara que enriquecen un Proceso que corre el peligro de caer en un hegemonismo monoteísta negador de toda alteridad y precipitarse en la vorágine peguista de entender la administración pública como una chacra para cosechar, por turno democrático, un salario. Con lo que la construcción del nuevo Estado será inevitablemente gelatinosa y fluida; un fallido ensayo tercermundista más. El tiempo dirá si las ceremonias de Tiwanaku son puestas en escena rituales o teatrales. El mundo, entre tanto, observa con curiosidad y esperanza la emergencia de un nuevo paradigma. Tiwanaku lo ofrece, Evo lo oficia y Simón Yampara lo propone como programa de gobierno concreto para la Gobernación de La Paz. ¿Por qué pelearse cainitamente?