lunes, 10 de diciembre de 2007

Nuevo paradigma occidental y Asamblea Constituyente

En la noche del 8 al 9 de diciembre, la Asamblea Constituyente aprobó el nuevo texto constitucional (cf. http://www.constituyente.bo). Si bien la Asamblea Constituyente logró incluir derechos sociales y culturales importantes para las naciones originarias de Bolivia, limitando a la vez el poder de la oligarquía cruceña, no logró crear un espacio de dialogo entre las dos civilizaciones antagónicas de Bolivia. Proponemos, para entender lo que hubiera podido ser una Asamblea Constituyente, un pequeño extracto del análisis realizado por Javier Medina en 2006 (Diarquía. Nuevo Paradigma, diálogo de civilizaciones y Asamblea Constituyente, La Paz: Garza Azul):

Un desafío que tenemos como sociedad es construir conjuntamente nuestra futura Constitución desde el nuevo paradigma científico. Tenemos que ser hombres de nuestro tiempo. Si bien es cierto que el subdesarrollo empieza por un subdesarrollo epistemológico; por esta misma razón, hemos de hacer el máximo esfuerzo por salir de él; para empezar, epistemológicamente. A continuación sugiero algunas de las rupturas más importantes que está produciendo el nuevo paradigma, respecto de rutinas mentales que todos podemos reconocer en nosotros mismos.

De las partes al todo

El viejo paradigma se expresa en la fijación de introducir, quitar o modificar palabras, artículos o capítulos de la Constitución, sin tener en cuenta la totalidad. Nos compramos a ojo cerrado la estructura de la vieja Constitución, tal como está, y la parchamos con enmiendas puntuales. Ya no somos capaces de ver el bosque. Aquí sugiero el primer cambio en nuestra mirada. Y éste es también el primer criterio de la ciencia del nuevo paradigma: el cambio de las partes al todo. En el viejo paradigma se creía que en cualquier sistema complejo, la dinámica del todo podía comprenderse a partir de las propiedades de las partes. En el nuevo paradigma la relación entre las partes y el todo se invierte. Las propiedades de las partes sólo pueden comprenderse a partir de la dinámica del todo. En última instancia (y esto irrita profundamente) lo que nos viene a decir la ciencia actual es que no hay partes; es decir, no hay separación: no hay escisión sujeto/objeto. Aquí está el punto de irritación para los que hemos crecido en una familia monoteísta y hemos sido educados en la “escuela moderna”. Lo que llamamos “parte” es simplemente una configuración en una red inseparable de relaciones. Esto es Animismo químicamente puro. Así nomás es. Este cambio fue dramático en la física de los años veinte, sobre todo para los judíos, como Einstein; pero se la tuvo que bancar.

Ahora bien, hay que decir que el viejo paradigma también reconocía que las cosas estaban interrelacionadas. Pero conceptualmente, primero se tenían las cosas con sus propiedades: el trabajo de las ciencias y, luego, la teología y la filosofía tenían el trabajo de mostrar los mecanismos y fuerzas que los interconectaban y el sentido que producían. Aquí, la separación, es decir, la división del trabajo fue tan bien hecha que terminó fragmentando el saber. En el nuevo paradigma se dice que las cosas mismas no tienen propiedades intrínsecas. Todas las propiedades fluyen de sus relaciones. De modo que la única manera de entender la parte es entender su relación con el todo. Esta percepción es también propia de la ecología que sostiene que un organismo se define por sus relaciones con los demás. En principio eso también pretender mentar la teoría de género pero, en la práctica, entre nosotros, termina retrocediendo a las partes, a lo sectorial. Lo “transversal” no es más que una suerte de hipersectorialización: una esencia que bendice a todas las partes; es una demostración nomás que sin un cambio de paradigma no se puede entender y menos aplicar la teoría de género: se sirve vino nuevo en odres viejos. La cicatriz de esta incapcidad cognitiva es el concepto de “transversdalidaad”.

A modo de ejemplo y como insumo para el debate constitucional sobre los conceptos fundamentales de tierra y Territorio, en la comprensión indígena, veamos la relación entre los seres humanos y la naturaleza, según el nuevo paradigma. En las últimas tres décadas ha surgido una diferenciación muy útil, la diferencia entre “ecología profunda” y “ecología de superficie”. En la ecología de superficie, los seres humanos, monoteistamente, están ubicados por encima o por afuera de la naturaleza y, por supuesto, esta perspectiva corresponde a la de dominación de la naturaleza: el mito del Génesis en todo su esplendor. Se considera, pues, que los valores residen en los seres humanos: antropocentrismo monoteista; a la naturaleza simplemente se le da un valor de uso o valor instrumental, como en la definición boliviana del desarrollo sostenible. Los ecologistas profundos, en cambio, ven a los seres humanos como una parte intrínseca de la naturaleza; como un filamento especial en el tejido de la vida, como, por cierto, desde tiempos inmemoriales lo hace la espiritualidad indígena. La ecología profunda es el Animismo de las elites más ricas y cultas de occidente. Aquí está el nodo que está empezando a unir el Norte con el Sur. Obviamente esta comprensión y definición de Territorio, en una articulación de lenguaje mítico amerindio y lenguaje científico de última generación, debe estar en la nueva Constitución. Ya no va más la definición decimonónica que está en el origen de todos los conflictos actuales por tierras y por recursos naturales: gas, por ejemplo. Hay que cambiar de marco conceptual para resolver ese problema. ¿Seremos capaces de formular la ley de hidrocarburos en la lógica ecológica del siglo XXI?

Esto cuestiona, obviamente, la visión antropocéntrica que Occidente conserva desde Sócrates y Moisés. Ahora bien, lo que los ecólogos profundos y los teóricos de sistemas, como Francisco Varela, dicen es que toda especie tiene características especiales; que no se puede hablar para nada de "superiores" e "inferiores". Varela dice que ni siquiera se puede hablar de más alta complejidad. En un aspecto, obviamente, el organismo humano es muy complejo. En otro aspecto, los insectos son también muy complejos. Así que cada especie tiene sus propias complejidades que dependen del desarrollo de las tecnologías de observación. A ojo de buen cubero, una araña es algo muy simple; desde el microscopio, la visión cambia. La verdad es que la complejidad es infinita hacia lo más grande: la astrofísica, o hacia lo más pequeño: la física subatómica. Si se quiere, he aquí la base “material” del relativismo cultural. Con los conocimientos y mayor información que ahora disponemos es muy difícil defender principios de “naturaleza universal”; uno se siente provinciano y decimonónico. A mayor información, mayor relativización.

Cuando se estudian los ecosistemas se ve que en todo hay relaciones simbióticas; hay un intercambio continuo de materia, energía e información. Lo que uno observa entonces es que el ecosistema se atiende y defiende sólo. Desde el punto de vista científico, esa es la verdadera marca de la vida. Se la llama autoorganización: autopoiesis. Desde el punto de vista de la teoría de sistemas, los sistemas vivos son autoorganizados y esto significa que son autónomos. La autonomía es relativa y crece gradualmente en la medida en que crece la complejidad.

Una de las principales discusiones en el pensamiento ecológico actual, entre la ecología profunda y la superficial, es la que atañe a la relación de los seres humanos con la naturaleza. La ecología superficial ve a los seres humanos –como decíamos- por encima o por fuera de la naturaleza, mientras que la ecología profunda ve a los seres humanos como una hebra, una entre muchas, en el tejido de la vida; al igual que la civilización amerindia. He aquí, por así decir, la base “material” de la tolerancia, de la benevolencia y compasión universal. Constitucionalmente, aquí está el fundamento para hablar no sólo de derechos humanos, sino también de los derechos de la biosfera, de los animales, de los recursos naturales (Sí, genitivos subjetivos). Los indígenas bolivianos deberían hacer alianzas estratégicas con los ecologistas profundos para llevar a las petroleras a los tribunales internacionales de justicia. Ya se que los cipayos locales tienen pesadillas con la forma cómo la indiada está “violando” (X. Nogales) los derechos de las pobres petroleras, las empresa de agua y, pronto, de electricidad.

Una de las características de la nueva teoría de sistemas es que no es representativa. Sostiene que no existe un mundo objetivo ahí afuera, una realidad que, luego, es representada por nuestras teorías científicas. Dice que con la ciencia traemos orden y coherencia a nuestra experiencia. En realidad, Varela y Maturana sugieren que el proceso de conocimiento es un proceso por el cual "ponemos de manifiesto" un mundo en el acto del conocimiento. Este punto es clave, para relativizar los fundamentos científicos de la Democracia representativa que todo el mundo “siente” que no va más: justamente, porque los medios masivos de comunicación filtran puntos de vista que, imperceptible y subliminalmente de momento, van creando un nuevo sentido común. Desde el punto de vista político, la Democracia comunal amerindia lo que hace, justamente, es “poner de manifiesto” el consenso comunal para la toma de decisiones en el acto asambleario; después de ello vuelve a ser virtual; como, por cierto, sus dioses cuánticos: existen en el momento del ritual; después desaparecen en la virtualidad del Alaxpacha o del Mankapacha. En cambio, el dios monoteísta, como las instituciones políticas monoteístas, existen objetivamente sean de utilidad pública o no. Aquí se abre, qué duda cabe, una ruptura que hemos de pensar con detenimiento y mayor información. De momento, en la futura Constitución, deben estar la Democracia representativa y la Democracia comunal, como antagónicas, pero complementarias en los pacha donde sean más eficientes cada una.

Uno de los aspectos claves de la teoría de los sistemas vivos autoorganizados es que el proceso de autoorganización es un proceso mental. Fue el gran aporte de Gregory Bateson para ampliar radicalmente el concepto de mente. Este proceso mental es el proceso de la autoorganización; en otros términos, el proceso mismo de la vida. De modo que en todos los niveles el proceso de la vida es un proceso mental. Ahora bien, cuando se llega al nivel humano, se diría que el proceso mental humano tiene esta propiedad muy especial de autopercepción, de devenir conciencia. Entonces cuando uno va más allá y considera a la humanidad como un todo, ésta se convierte en un sistema vivo con su propio proceso mental. Eso sería la noosfera, de Teilhard de Chardin, el Inconsciente colectivo de Jung o el Jacha Ajayu andino La noosfera como esa conciencia planetaria, el proceso de autoorganización del planeta tierra. La teoría de la autoorganización dice que la creatividad es inherente a la vida. El proceso de autoorganización es un proceso creativo. La creación de lo nuevo es una de las marcas de la vida. Cualquier sistema vivo crea lo nuevo todo el tiempo; va por un camino de creación de lo nuevo que se llama ontogénesis, el camino del desarrollo individual. Luego, las especies recorren la filogénesis, la senda evolutiva, la que nuevamente crea lo nuevo permanentemente. De modo que la creatividad es una parte esencial de la autoorganización. Nuestra futura Constitución no tiene que ser una excepción a esta regla: debe ser un acto de creación colectiva de algo Nuevo. Tenemos los insumos en casa; tenemos que terminar con la manía de plagiar: copiar sin creatividad, las constituciones en las que a sus “minorías indias” les hacen un huequito para que no jodan; al margen de ello, esas constituciones pertenecen nomás al viejo paradigma. Más que ganar; perdemos, tomándolas en cuenta.

De la estructura al proceso

Otro criterio del nuevo paradigma de pensamiento en la ciencia es un cambio de la estructura al proceso. En el viejo paradigma se pensaba que existían estructuras fundamentales y luego fuerzas y mecanismos a través de los cuales estas interactúan, dando surgimiento así a procesos. En el nuevo paradigma toda estructura es vista como la manifestación de un proceso subyacente. Toda la red de relaciones es intrínsecamente dinámica.

En la nueva teoría de los sistemas vivos, los procesos de la vida son considerados esencialmente procesos mentales. De hecho a la mente se la define como un proceso. En esta teoría la relación entre la mente y la materia es como la relación que se da entre proceso y estructura. No hay mente sin materia. Son complementarias. Es más: hay un continuo mente-cuerpo; materia-energía; espacio-tiempo…

El concepto de autoorganización tiene tres aspectos: la pauta de organización, la estructura y el proceso. La pauta de autoorganización es la totalidad de relaciones que definen las características esenciales del sistema vivo. Esta pauta puede describirse de un modo abstracto sin hacer referencia a la energía, las sustancias físicas, los organismos. Es una pauta abstracta de relaciones. La estructura de un sistema viviente es la realización física de esta pauta. La misma pauta puede corporizarse en distintas estructuras biológicas y estas estructuras se describen en el lenguaje de la física y la química.

Los biólogos del viejo paradigma trabajan en el nivel de la estructura y creen que al saber más sobre la estructura, eventualmente llegarán a conocer la vida. Pero nunca sabrán lo que es la vida mientras se limiten a los aspectos estructurales. Sólo cuando tomen en cuenta la pauta, podrán asir realmente los fenómenos de la vida. Luego, la realización continua de la pauta de autoorganización, en una estructura biológica específica, involucra autorenovación del organismo, adaptación al medio, aprendizaje, evolución, etc. Y este proceso de vida, según Bateson, es esencialmente un proceso mental; cognitivo, según Maturana. De aquí proviene el concepto de Comunidad de aprendizaje: todos los seres vivos aprenden al adaptarse al medio; los seres que no aprenden, desaparecen y eso nos está empezando a pasar a los bolivianos: la debacle estatal en curso es la manifestación de que los saberes del viejo paradigma no pueden resolver los desafios del presente. O aprendemos o morimos.

La teoría de la autoorganización dice que no hay meta en el camino de la evolución. Maturana y Varela castellanizan la “deriva” francesa y hablan de una deriva ontogenética y una deriva filogenética. Esta deriva es una respuesta mental continua a las influencias del medio. Creatividad a cada paso. Esta es la razón por la que dos organismos se desarrollarán en distintas direcciones y tendrán personalidades diferentes. Pero no hay plan, no hay plano y no hay dirección. El debate constitucional boliviano va a la deriva; es buena señal. Un signo de muerte es un latente y tímido intento de direccionar el debate por la vieja episteme; digamos, hablar de “Constitución derivada”; “elección sólo a través de la vía individualista”. Lo viejo y lo nuevo luchan en nuestro propio corazón.

Cuando se mira un organismo en un medio, se ve que se desarrolla, se mueve y entonces preguntamos si tiene un objetivo o simplemente está a la deriva. Ahora, si cambiamos de ese nivel a un nivel mayor, vemos que los movimientos de los organismos menores son parte de un diseño de organización del sistema mayor. Por ejemplo, si miramos una sola célula de sangre en nuestras venas y la seguimos, irá a la deriva; no se podría predecir nada. Pero si uno estudia el cuerpo en su totalidad, podríamos decir: me lastimé el dedo y ahora mi sistema inmunológico está reaccionando. Hay una respuesta global a la herida y esta es la razón por la que la célula de sangre va allí. Es evidente que el movimiento y el desarrollo de una parte, es parte del diseño de organización del sistema mayor. Hay que entender la dinámica del todo para comprender las propiedades de las partes

En el caso que nos atinge, este debate sobre la futura Constitución, que podríamos llamar Constituencia, (R.F.Bustillos) es ya parte del proceso de diálogo de civilizaciones y de construir colectivamente un nuevo Pacto de reciprocidad bajo una nueva estatalidad diárquica que no incluya/excluya a nadie sino que Paute relaciones de complementariedad entre dos sistemas antagónicos. Desde ese punto de vista, la Asamblea Constituyente es un hito importante dentro de un proceso, pero no una finalidad en sí misma. De lo que se trata, como en el caso de las orugas, es dejar el capullo que nos impide ser una mariposa, con cuatro alas: dos a cada lado (dos parcialidades cuatripartitas); sin alas: occidente y la indianidad, a ambos lados del taypi estatal, no se puede volar; de otro modo, estamos condenados a arrastrarnos como gusanos, como nos sucede ahora bajo el dominio de constituciones monoculturales que han empedrado el camino hacia nuestra extinción como comunidad política, estatalmente organizada. Ahora bien, el Mundo, por el nuevo paradigma justamente, marcha hacia unas bodas entre Oriente y Occidente; hacia un diálogo de civilizaciones que continua el diálogo científico (occidente: las partes, oriente/indianidad: el todo; occidente: las estructuras; oriente/indianidad: los procesos; occidente: lo objetivo; oriente/indianidad: lo epistémico; occidente: la verdad; oriente/indianidad: descripciones aproximadas: saberes locales; occidente: lo universal; oriente/indianidad: relatividad; occidente: seguridad; oriente/indianidad: incertidumbre, probabilidad; occidente: no contradicción; oriente/indianidad; contradictorio…). En esta megatendencia global se ubica la oportunidad de la Constituyente.

De la ciencia objetiva a la ciencia epistémica

En el viejo paradigma se creía que las descripciones científicas eran objetivas, es decir, independientes del observador humano y del proceso de conocimiento. En el nuevo paradigma se piensa que la epistemología, la comprensión del proceso de conocimiento, tiene que ser incluido explícitamente en la descripción de los fenómenos naturales. En este momento no hay consenso en cuanto a cuál es la epistemología apropiada, pero hay un consenso emergente de que la epistemología va a tener que ser una parte integral de toda teoría científica.

La epistemología apropiada parece ser la llamada constructivista que sostiene que lo que observamos no es un mundo que existe objetivamente y, luego, es representado sino que, más bien, es un mundo que se crea en el proceso del conocimiento. Como dicen Varela y Maturana: "El mundo es dado a luz en el proceso del conocimiento". Hay una realidad, pero no hay cosas, no hay árboles, no hay pájaros. Estas configuraciones son lo que nosotros creamos. Al concentrarnos en determinada configuración y, luego, separarla del resto, se convierte en un objeto. Distinta gente lo hace de modos diferentes y distintas especies lo hacen de diferentes maneras. Lo que vemos depende de cómo miramos. Esta percepción se dio de un modo dramático en la física con Heisenberg, a comienzos del siglo XX y, actualmente, en Bolivia, entre la mirada india y la mirada occidental moderna.

Algo análogo sucede con el test de Rorschach, conocido por muchos; lo aprendimos en el colegio. Recuerden las conocidas manchas de tinta. Uno dirá que ve un velero, otro una mariposa. ¿Cómo puede ser? Es que cada quien recorta las cosas de modo levemente diferente. Por supuesto, está el tema de la interpretación, pero también el recorte es diferente. De modo que la subjetividad, en el proceso de observación, está íntimamente ligada a la relación que existe entre todas las cosas. Si el mundo es una red de relaciones, una telaraña como dicen los indígenas, entonces lo que llamamos un objeto, depende de cómo le dibujamos, cómo lo distinguimos del resto de la red. En este sentido damos a luz un mundo, en base a nuestra experiencia. En la Constituyente tenemos que alumbrar una Carta Magna que exprese nuestra experiencia constituida por dos civilizaciones antagónicas; no tenemos que hacer “legislación comparada” de Constituciones monoculturales idénticas, con variaciones insustanciales: la tentación de nuestros juristas y políticos criollos

En el tránsito del viejo al nuevo paradigma, Einstein dijo que le parecía un milagro que nuestras formas matemáticas abstractas pudieran encajar tan bien en la realidad. Para Maturana eso ya no es raro, porque para él no hay realidad objetiva, sólo hay configuraciones subjetivas de experiencia. Y todo lo que hacemos es comparar diferentes configuraciones de la experiencia del mismo ser humano. He aquí la base cognitiva del relativismo cultural.

Para la teoría de sistemas, la conciencia reflexiva viene con el lenguaje. En la medida que la ciencia va descubriendo la comunicación animal, se empieza a sostener que los animales también poseen lenguajes e, incluso, que ellos también tendrían conciencia. Ojo, estamos rompiendo un tabú taxonómico milenario, por lo menos dentro del monoteismo: el lenguaje separa a los hombres de los animales. Los físicos cuánticos, incluso hablan de “conciencia” refiriéndose al nivel subatómico. Como quiera que fuese (la referencia era un guiño de paso para mostrar qué implica un cambio de paradigma…) en la teoría de sistemas, la percepción es una dimensión de la autoorganización que tiene tres vectores: estructura, desarrollo y proceso. Este proceso mental o cognición, como proceso de autoorganización, es característico de todas las formas de vida; de momento, sabemos que las formas no vivas no lo conocen… Las raíces de la mente vienen de lo profundo del mundo inanimado, pero no se unen hasta que hay una célula. La célula es el organismo vivo más simple que conocemos que tiene estas características mentales.

Maturana dice que la conciencia surge con el lenguaje. El precursor es la comunicación. El define la comunicación no como la transmisión de un mensaje sobre la realidad exterior sino, más bien, como la coordinación del comportamiento a través de la interacción mutua. No es lenguaje aún; es una especie de protolenguaje. El lenguaje surge cuando se tiene comunicación sobre la comunicación.

Ejemplo: me levanto en la mañana y un palomo alascortadas y cojo que ha venido a parar a mi azotea, apenas me siente, se acerca a la puerta de la terraza y empieza a dar vueltas alrededor de una chuita que dispuse al efecto; voy a la alacena, saco maíz y le doy un poco; esto es comunicación. Es una coordinación de comportamientos. Si una mañana no tuviera maíz o quinua y el palomo pudiera decir: “cumpita ¿qué pasa? Hasta he aleteado para llamar tu atención y no aflojas: ¿dónde está la granola?”, eso sería lenguaje. Sería comunicación sobre la comunicación. Ahora el palomo está en casa de mis amigos Jorge y Vivi; ya le han crecido las alas, se le ha sanado la patita y, nada raro, que los mimos de Vivi hasta lo hagan lenguajear sobre el hablar.

Maturana avanza de allí a un análisis del lenguaje. Esta comunicación sobre la comunicación presupone una estructura de etiquetas que Bateson llamó tipos lógicos. Implica autoreferencia. También implica la noción de objetos, conceptos, símbolos, etc. Todo el reino de la autoconciencia y la conciencia surgen a través del lenguaje. La afirmación más radical viene entonces cuando Maturana dice que la conciencia es esencialmente un fenómeno social, porque surge a través del lenguaje que opera en un sistema comunitario. No sólo no podemos entender la conciencia a través de la física y la química: no podemos entenderla siquiera a través de la biología y la psicología si nos limitamos a un solo organismo. La conciencia sólo se entiende dentro de un dominio comunitario. Esta es una evidente debilidad de la ideología individualista. En la naturaleza no hay individuos; hay relaciones: hay red. En el siglo XXI, ésta será una gran vulnerabilidad para el liberalismo…pero, todo a su tiempo. Si para entonces todavía estoy vivo, sacaré mi espada para defender los derechos del individuo; ahora, defiendo los derechos comunitarios; para buscar el equilibrio. Soy taypista y, por tanto, tinkuista.

Ahora bien, en la actualidad la condición de persona se define a través de las relaciones. Pero, ya sabemos que tener relaciones no es algo específicamente humano. Se da en todas las configuraciones, vivas e inanimadas. Lo que es específicamente humano es la capacidad de autopercepción. Esta propiedad tiene sus peligros, también su gloria. Nos ha dado teorías, ciencia... pero también puede ser autodestructiva. Por tanto, hay que vincularla con la responsabilidad.

De la construcción a la red

Digamos de entrada que todo es metáfora y que después de la super poda de la escuela vienesa del lenguaje que nos dejó desnudos, el renacimiento de la metáfora y la mística a partir de las ecuaciones cuánticas es un bálsamo para el espíritu: ya no nos tomamos las palabras al pie de la letra. En realidad, la ciencia siempre ha utilizado metáforas. Así, por ejemplo, habla de “bloques fundamentales” de construcción de la materia o “ladrillos”, ecuaciones “fundamentales”, principios “básicos”. “El conocimiento tiene que construirse sobre cimientos firmes”. De pronto estallan los cambios de paradigma que sacuden los cimientos y todo el mundo se pone nervioso. Ahora nos movemos hacia la metáfora del conocimiento como una red más que como un edificio, una red donde todo está interrelacionado. No hay arriba o abajo; no hay jerarquías; nada es más fundamental que cualquier otra cosa. Este cambio de metáfora del conocimiento como edificio, al conocimiento como red, es el cuarto criterio en el que queremos ejemplificar el cambio de paradigma.

En la comunidad científica este cambio metafórico va dejando muertos y heridos en el campo de batalla académico. No es fácil dejar las amadas palabras que nos amamantaron en el alma mater. Los viejos científicos están tan condicionados por la vieja metáfora, que les es muy dificil cambiar al pensamiento en red. Por ejemplo, la mayoría de los biólogos pensaría que el nivel genético del ADN, el código genético, es realmente el nivel básico que determina todo lo demás. En el nuevo paradigma se dice que éste es un aspecto de los sistemas vivos, pero no que sobre él se construye todo lo demás.

La ciencia del viejo paradigma creía que había una teoría científica última sobre el mundo, un edificio con sólidos cimientos. Las bases eran los “ladrillos fundamentales de la materia”, las “leyes básicas”, las “fuerzas fundamentales” en la naturaleza, las ecuaciones “elementales”. Newton y sus contemporáneos, siguiendo una vieja tradición medieval: san Francisco de Asís, creían que la naturaleza era un Libro y las matemáticas su escritura en el que podemos leer la manera en que dios creó el mundo. Así que lo que uno descubre en la naturaleza es lo que dios pensó, en el sentido de que dios nos revela la verdad. De modo que, según el viejo paradigma newtoniano, dios realmente es el creador del paquete, tanto en la ciencia como en la teología.

Es interesante que en la ciencia contemporánea dios ha salido completamente del cuadro; salió de los textos oficiales, así que no van a encontrar a dios en un texto científico, pero a menudo encontramos a dios como metáfora. Un ejemplo famoso es el de Einstein: "Dios no juega a los dados" que corresponde a la vieja noción de que dios está separado de la creación, que está sentado en alguna parte en el vacío cuántico jugando a los dados y, luego, extiende la mano y se mete en el mundo de acuerdo a lo que haya salido en la tirada. Dios es exterior al mundo: el monoteismo. Lo mismo se nota en la Historia del tiempo de Stephen Hawking. Dios está sentado ahí afuera y tiene varias opciones y Hawking se pregunta qué opción elegirá. Hawking, en una de esas, dice explícitamente "Quiero entender la mente de dios”. Licencia poética que no puedo evitar que me conmueva.

En el viejo paradigma que entendía el conocimiento como un edificio, dios era el arquitecto del edificio. Los elementos fundamentales: los cimientos, los ladrillos, los bloques, son fundamentales porque dios los puso como arquitecto. Nosotros sólo los descubrimos. En el nuevo paradigma todo es importante, aunque en el estado del conocimiento sobre el punto concreto no se sepa cómo explicar algunas interrelaciones del modelo. Las hipótesis son provisionales. En un próximo modelo, más abarcador, más complejo, algunas de esos nodos se podrán explicar mejor. Esto significa que algunas de ellas serán relacionadas con otras, serán puestas en un contexto más amplio, etcétera. Pero mientras hagamos ciencia, algunas sinapsis siempre seguirán sin poder explicarse. La nueva Constitución no tiene que ser perfecta, ni exaustiva, sobre todo si apunta a un modelo federal: cada Parcialidad estadual, sobre los principios y valores consenssuados en la nueva Constitución, hará su propio Estatuto. Basta que marque una inflexión, una bifurcación: diárquica: equilibrio de lo masculino/femenino, de la vía comunitaria y la vía individualista; que la dualidad onda/partícula: Bosón/Fermión permee su estructura y su proceso. Un Estado: dos sistemas. Suficiente. Hemos dado el paso al siglo XXI: habremos dado un salto cuántico.

En cierto sentido, lo que es fundamental depende del científico. No es objetivo. En este pensamiento en red, donde todos los conceptos y teorías están relacionados, muy bien se puede tener una teoría con algunos elementos fundamentales que tienen explicación en otra teoría. Así que lo que es fundamental es una cuestión de estrategia científica. Depende del científico y no es permanente.

La ciencia del viejo paradigma está motivada por el deseo de dominar y controlar la naturaleza. El nuevo paradigma empieza por reconocer, como los indígenas, que el mundo está vivo; que no es un sistema mecánico inerte, sino un sistema orgánico, que tiene inteligencia propia, su propio estado de atención, como dijera Bateson. Por tanto, la exploración de la naturaleza se vuelve un diálogo, una conversación con la pachamama. De modo que la metáfora cambia, de la dominación al diálogo, del control al dejar fluir. Del homo sapiens/demens al homo mayeuticus: el que ayuda a dar a luz a la Madre Tierra.

En la física, uno de los grandes proponentes de este pensamiento en red es Geoffrey Chew con su física del bootstrap. Según Chew, la naturaleza no puede ser reducida a ningún ente fundamental. La realidad física es tomada como una red dinámica de eventos interrelacionados. Las cosas existen en virtud de sus relaciones mutuamente coherentes y toda la física tiene que surgir únicamente del requisito de que sus componentes sean coherentes los unos con los otros. Chew escribió que "alguien que sea capaz de ver diferentes modelos sin prejuicio, sin decir que uno es más fundamental que el otro, es automáticamente un bootstrap”. Cancio Mamani llama a ésto Ayra. En otras palabras, el pensamiento en red lleva a una actitud de tolerancia que es imprescindible para el diálogo de civilizaciones en que nos estamos metiendo a propósito de la Constituyente.

Obviamente, los paralelismos con el pensamiento indígena son asombrosos y estimulantes: el holismo, la integración, la percepción ecológica, la red… En los talleres de la Constituyente sería interesante traducir al aymara los conceptos científicos del nuevo paradigma. Las sorpresas pueden ser muy estimulantes. Agradezco a Mario Torrez que ya me haya hecho aguita la boca con su exégesis del Suma Qamaña.

De la verdad a las descripciones aproximadas

En la ciencia el hecho de que reconozcamos que nuestras afirmaciones son limitadas y aproximadas está ligado al reconocimiento de que nos enfrentamos a una red de relaciones de las que nosotros mismos formamos parte. Pero si todo está conectado con todo lo demás, ¿cómo se puede llegar a explicar algo? La explicación es mostrar cómo las cosas se relacionan entre sí. Si todo está relacionado con todo, no se puede explicar nada. De ahí las frustraciones en los diálogos intercivilizatorios cuando éstos se llevan a cabo en un código logocéntrico, como el que acaba de tener lugar en La Paz a propósito de la noción de Progreso en diferentes culturas, auspiciado por la ministra alemana de Cooperación e implementado por el PIEB. Hay que darse el tiempo para que también se puedan comunicar los sentimientos y las emociones. Tienen que hablar no sólo las mentes descorporeizadas (diez minutos cada intervención) sino, sobre todo, los continuos mente-cuerpo.

Las propiedades de cualquier parte surgen de la manera en que están relacionadas con las propiedades de otras partes. No se puede esperar explicar las propiedades de ninguna parte a menos que se acepten las explicaciones aproximadas. Las explicaciones aproximadas significan que se están tomando en cuenta algunas de las interconexiones pero no todas. Se avanza incluyendo más y más, pero nunca se tendrá el cuadro completo. Por ejemplo, en la mecánica newtoniana, la resistencia del aire generalmente no es tomada en cuenta. En la física de partículas, los efectos de la gravedad generalmente son dejados de lado. Ese es el método científico; vamos de un modelo aproximativo a otro y mejoramos la aproximación.

La ciencia también tiene puntos de apoyo. Pero lo que es importante en la nueva comprensión de la ciencia es que cualquiera de estos puede ser revisado en cualquier momento. No hay ninguna verdad permanente y no hay ninguna verdad absoluta, en el sentido de una identidad entre descripción y cosa descrita. Todo en la nueva ciencia es limitado y aproximado.

Ahora bien, para hacer ciencia se necesita un cierto marco para trabajar dentro de él. Si lo cuestionamos todo el tiempo, no se podría hacer ciencia; de ahí su provisionalidad; pero si no se lo cuestionara nunca, sencillamente no se avanzaría. En términos ideales, uno debería desarrollar una actividad científica dentro de cierto marco, pero tendría que estar dispuesto a cuestionar cualquiera parte de ese marco en cualquier momento.

En la ciencia hay progreso. Avanzamos a teorías cada vez más abarcadoras, más precisas y más poderosas; poderosas en el sentido de su poder de predicción. Esto es muy característico de la ciencia y se puede contrastarlo con el arte. No se puede decir, por ejemplo, que Picasso es un progreso en relación a Rubens. En lo cualitativo no hay progreso. En cualquier caso, en la noción de progreso va implícita la idea que la antigua perspectiva está incluida, junto con algo nuevo. La física newtoniana está incluida en Einstein. Matemáticamente se puede derivar la fisica einsteiniana de la fisica newtoniana, es decir, se puede ver que Newton está incluido en Einstein.

En ciencia está bastante claro que cuando se tienen, digamos, dos cuerpos en movimiento relativo y se los puede describir en términos de la física de Newton y en los términos de la física de Einstein, la física de Einstein es más precisa. Se tendrá una mayor semejanza entre la descripción y el fenómeno descrito. En ese sentido podemos decir que la ciencia ha progresado de Newton a Einstein

Bateson se propuso contar historias y definió una historia como una pauta de relaciones. Lo importante en una historia, lo que tiene de verdadero no es la gente o las cosas o la trama que hay en ella, sino las relaciones entre los actores. Si se sigue una narración, se siguen ciertas relaciones y nunca se tiene todo el contenido porque no se ve la totalidad cuando la seguimos. Al terminar de leer una historia se comprende el sentido y, a veces, incluso eso no es suficiente. En los dramas griegos, por ejemplo la trilogía de Edipo, el mito ni siquiera está narrado en una sola obra. Se necesitan tres obras para ver cómo los actos de una persona están conectados por el karma a través de generaciones; en eso estriba la esencia de la tragedia griega.

La ciencia indígena se caracteriza por su carácter probabilístico y relativista: aproximativo, porque está íntimamente ligada, biosféricamente, a un contexto sobre todo climático de gran turbulencia y, noosfericamente, a un contexo hiperdimensional: los ayllus de las waka, la sallqa…hasta donde se yo. Con la ciencia positivista, como podemos comprender, la comunicación es sencillamente imposible. Por eso, justamente, la relación entre el Ministerio de agricultura, sus Ibtas así como las ONG desarrollistas y los comuneros indígenas no ha podido tener lugar: pertenecen a dos paradigmas científicos distintos: los ingenieros al viejo paradigma, los comunarios al nuevo paradigma. Parece, pues, que esta epistemología de la aproximación; este art de la localité que, para el caso andino, ha mostrado Jan Douwe van der Ploeg, es una oportunidad, una ventaja comparativa que tenemos para el siglo XXI.

domingo, 25 de noviembre de 2007

El alcance inter-civilizacional de la Asamblea Constituyente, por Dominique Temple

Todos los pueblos de la tierra se han constituido a partir de referencias comunes que son, esencialmente, los valores éticos. Pero he aquí que estos valores han sido revelados al corazón humano como sentimientos sobre-naturales. Se imponían, a cada una de las comunidades, como una ley moral. Se habló, así, de Mandamientos divinos y se demostró que estos Mandamientos liberaban al ser humano de la animalidad, es decir, que lo elevaban por encima de las leyes ordinarias de la naturaleza. Sin embargo, estos Mandamienos se imponían al hombre y, por tanto, creaban una relación de sujeción. Ahora bien, es de esta sujeción, precisamente, que la Razón permite liberarse, dando al ser humano la libertad de ser el autor de las leyes morales. El Mandamiento divino, entonces, se convierte en un Imperativo categórico de la razón. Por tanto, la revolución iniciada por la Ilustración y, luego, continuada por la ciencia ha dado a todos los pueblos de la tierra una dignidad superior a aquella que recibían por obedecer a la ley moral. Es decir, les permitía ser, libremente, los autores de la ley moral. ¡No dudemos en reconocer lo bien fundado de la civilización occidental moderna! Pero, por la misma razón, al liberar, la Ilustración y la ciencia, todas nuestras actividades de los Mandamientos divinos, nos liberó también del Imaginario en el que se representaban y se reproducían estos Mandamientos. ¿Y para qué? Para controlar todo lo que desde entonces podía manifestarse como una obediencia a las leyes de la naturaleza. La razón se volvió entonces respetuosa de las leyes de la naturaleza. Pero –y eso tiene una importancia decisiva– el ser humano se empezó a preocupar ya no de lo que lo constituye como tal y que asume de manera inmanente, sino de todo lo que, al contrario, amenaza su vida biológica y espiritual, es decir, se empezó a preocupar de la naturaleza física y, entonces, se puso a estudiar las leyes de esta naturaleza física. Constató que cierta lógica –la lógica de la identidad– presidía las relaciones de las fuerzas físicas y, por tanto, para dominar la naturaleza física, permitió que la razón adoptase esta lógica de identidad. El triunfo es total sobre la naturaleza física. Ninguna sociedad puede refutar la aseveración de que la civilización occidental moderna ha ofrecido a todos los pueblos de la tierra un conocimiento notable acerca de las leyes físicas: que cohetes, por ejemplo, permitan al hombre caminar sobre la luna, etc. Ahora bien, las leyes de la física describen relaciones de fuerza, y estas fuerzas, controladas, significan que el hombre puede instaurar relaciones de dominación sobre la naturaleza, al menos sobre la naturaleza física. He aquí, ahora, un problema y es que esta dominación no puede ser ejercida por todos, en todas partes, porque sencillamente la tierra es finita y los recursos también; los medios pueden ser más o menos abundantes o escasos. Así, pues, para dominar la tierra, hay que dominar sus recursos. La lucha entre los hombres, para dominar estos recursos, funciona con la misma lógica que permite dominar las fuerzas de la naturaleza. Se dice de la economía capitalista que es una economía natural, que respeta las leyes de la naturaleza. ¡Bueno! Pero eso implica, entonces, aceptar que las relaciones entre los hombres son también relaciones de fuerza, relaciones fundadas sobre la dominación de los unos sobre los otros. El “poder sobre” reemplazó al “poder de” (servir a los demás) que fue privilegiado, justamente, en los Mandamientos (“Ámaos los unos a los otros”, etc.). He aquí, pues, que la razón y la ciencia moderna nos han conducido a un callejón sin salida, por la simple razón de que el principio de Identidad es el único aparato lógico puesto a disposición de la razón. Ahora comprobamos que esta lógica es inadecuada para rendir cuenta de eventos que no pertenecen al campo de la naturaleza física, sino al campo de la naturaleza biológica y de la naturaleza psíquica.

Ahora bien, los pueblos que han conservado sus estructuras originales, es decir, las matrices generadoras de los valores humanos, se defienden contra el avasallamiento de la economía capitalista. Pero esta lucha estaría perdida de antemano, si sólo se avocasen y encerrasen en los valores éticos de su propio imaginario y no intentaran validar la Razón desde otras lógicas postaristotélicas que no sean sólo las de la fisica (el “poder sobre”). Pero, he aquí que esta lucha de los pueblos originarios, que cobra vigencia, puede ser una ilusión, porque el sistema occidental, al destruir la vida sobre la tierra y los valores éticos, en nombre del poder de dominación, pone en peligro también la existencia de la humanidad. Entonces, muchas mentes progresistas se rebelan contra ello y apoyan las formas de resistencia de los pueblos originarios (la ecología profunda, por ejemplo) llegando, así, sin embargo, a defender tesis conservadoras y convirtiéndose en verdaderos reaccionarios.

¿Dónde está el futuro? Está en reconocer que los pueblos originarios que resisten al capitalismo, disponen de estructuras generadoras de valores, distintas de aquellas del mundo occidental, aun si la utilización racional de estas matrices es todavía potencial. El reconocimiento de esta potencialidad, sin embargo, es el preámbulo del análisis que atribuirá a la Razón universal instrumentos distintos a la lógica utilitarista, prestada de la física. Estas lógicas son aquellas de la vida y de la mente.

Por tanto, la Asamblea Constituyente tiene la oportunidad de ser la primera en el mundo en declarar necesario el reconocimiento de dos civilizaciones en América: la civilización occidental y la civilización amerindia y, mediante ello, abrir la puerta institucional a un diálogo que debería permitir rápidamente a los filósofos (o futuros filósofos) de la Indianidad sobrepasar la sujeción al control racional de las relaciones, por la vindicación del Ayni, por ejemplo, que permite crear un espacio-tiempo biológico y un espacio-tiempo psíquico, es decir, un sistema económico que permite crear valores éticos. Bastaría que la Asamblea Constituyente pronunciase, claramente, en su Preámbulo la idea de dos civilizaciones, la idea del encuentro de dos civilizaciones, para que ponga fin al encubrimiento de la civilización amerindia por la civilización occidental; para que ponga fin a la ceguera de la razón y, de este modo, autorice el diálogo que pueda desbloquear el futuro. ¡Luego veremos! Sin el reconocimiento de la civilización occidental y sin el reconocimiento de la civilización amerindia, como potencial de porvenir para la humanidad entera: la producción de valores éticos desde la economía, nos quedaríamos en lo que ya conocemos: el encubrimiento de la humanidad misma, bajo una tierra cada vez más sometida al poder de dominación sobre la naturaleza, en desmedro de la Razón universal, es decir, la libertad alumbrada por el ser humano.

Dominique Temple

miércoles, 17 de octubre de 2007

A próposito de la Renta Universal Dignidad: el Subsidio Universal en el Teoría de la Reciprocidad

El lunes pasado, el presidente de la República Evo Morales ha entregado al Parlamento su proyecto de ley para la creación de una Renta Universal y Vitalicia llamada "Renta Dignidad", para todas las personas mayores de 60 años. Esta renta, de un monto de 2.400 Bs. (aprox. 308 dolares) mensuales, se inscribe en la discusión del Subsidio Universal, adoptado por algunos países. Presentamos el análisis publicado por Dominique Temple en la Teoría de la Reciprocidad (tomo 2) sobre el Subsidio Universal.

EL SUBSIDIO UNIVERSAL

Los análisis concernientes al subsidio universal pueden separarse en dos grupos: los de los investigadores, para quienes el subsidio universal debe liberar una creatividad al servicio de la producción para el intercambio, y el de los investigadores, que quieren que el subsidio universal libere un espacio de producción para el don.

1) En el marco del intercambio: lo que es cedido debe ser medido con el mismo rasero de lo que es ganado, según el principio de que cada parte no actúa, respecto a las otras, sino en su propio interés. Cuando el subsidio universal se interpreta en el marco del intercambio (se trata entonces de un Ingreso Mínimo) es lógico, desde el punto de vista de la burguesía, pensar que el que vive de un ingreso mínimo trate de tomar lo más posible, sin contra parte, y que sea necesario imponer un trabajo.

Desde el punto de vista del proletariado, el salario está acompañado hoy de una redistribución garantizada por el Estado. Ya que es a través del trabajo que se participa en la sociedad, la reinserción debe estar asociada al Ingreso Mínimo, cuando no ser su objetivo principal, bajo pena de que ello resulte en una pérdida de dignidad y de lazo social. Sería entonces legítimo considerar el Ingreso Mínimo como una ayuda a la reinserción social (1).

Pero como la cantidad de trabajo remunerable, aceptada por la máquina industrial no deja de disminuir, la reinserción no es posible, a su vez, si el trabajo no es liberado por los asalariados mismos. La dificultad es que no es el trabajo el que es raro, lo es el trabajo renumerado, y compartir el trabajo asalariado, cuando se acrecienta el paro de manera irreversible, conduce inevitablemente, de una u otra forma, a la reducción de los asalariados o a la precarización de las condiciones de trabajo. Estamos ante la aporía de que un trabajo asalariado que pretende ser una fuente de actividad deseable, pero que a falta de ser posible para todos, debe ser compartido con una reducción de salario, lo que deja de ser deseable.

Se puede ver en el Ingreso mínimo de inserción el inicio de una libertad para crear nuevas empresas y, por tanto, más empleos. El argumento reposa en la idea de que el intercambio produce siempre más trabajo, y que se trata de promover el intercambio de servicios, antes asegurados por el don en la esfera de las relaciones amigables, y encontrar otros lugares de empleo que los del trabajo industrial. Esos partidarios de una cierta incondicionalidad del Ingreso Mínimo de Inserción que se convierte en Ingreso Mínimo Incondicional encaran esas modalidades como avances sobre las potencialidades de intercambio de los ciudadanos, suertes de créditos sobre las capacidades de producción o de trabajo para el intercambio (2).

2) La segunda categoría de investigadores consideran el subsidio universal en el marco de la reciprocidad de los dones.

El subsidio universal puede ser primero considerado como algo que es debido, con dos argumentos:

a) el argumento de Paine (3): ya que la naturaleza le ofrecía al hombre los medios inmediatos de su existencia, la sociedad debe ofrecerle al menos el equivalente lo que, en una sociedad de intercambio, se expresa por cierto poder monetario.

b) La sociedad ha creado un patrimonio colectivo que debe ser transmitido a cada generación de forma igual (4).

Pero el subsidio universal también puede ser considerada como un don y, desde este punto de vista, debe ser un don de los medios de producir el don, ya que de otra forma no satisface sino la buena conciencia del donador y hace perder la cara al donatario. Un don de los medios de producción del don debe permitir al beneficiario volver a donar, según sus capacidades, para merecer una dignidad social (5).

Ya que por mucho que tenga consigo la ley moral, esta tesis tropieza con la indiferencia de los economistas del libre intercambio, que no responden más que para satisfacer la libertad de donar según sus capacidades, habría que imaginar máquinas que liberen al hombre de trabajos penosos produciendo gratuitamente las riquezas necesarias. Pero es eso justamente lo que permite considerar la técnica moderna.

Como, en esta hipótesis, la producción de máquinas satisface las necesidades materiales, la producción de los subsidiarios para el don deberá ser inmaterial. Los subsidiarios deben situar su actividad libre en la esfera cultural, un dominio reservado tradicionalmente al don.

¿Cómo conciliar las dos perspectivas?

Será difícil persuadir a los investigadores que leyeron a Marx de que el trabajo no es el valor central de las relaciones humanas, ya que es a partir de las luchas sociales, para resarcir una parte de los frutos del trabajo, que se construyó la sociedad moderna.

Sin embargo, Marx dice en los Grundrisse que, gracias a la técnica el trabajo asalariado dejará de ser la gran fuente de la riqueza y el tiempo de trabajo deberá estar a la medida de éste.

Las fuerzas sociales se movilizan tradicionalmente para la redistribución de los frutos del trabajo. Sería necesario que admitan que las condiciones de hoy no son las mismas que las de ayer y que las dos estrategias son complementarias y deben ser llevadas adelante, las que tienen por objeto el respecto del trabajo asalariado por un salario justo, y las que tienen por objeto la liberación del trabajo para el don.

“La emancipación de los individuos, su libre florecimiento, la recomposición de la sociedad, pasan por la liberación del trabajo. Es gracias a la reducción de la duración del trabajo que pueden adquirir una nueva seguridad, un retroceso en relación con las “necesidades de la vida” y una autonomía existencial que los llevarán a exigir su creciente autonomía en el trabajo, el control político de sus objetivos, un espacio social en el cual puedan desplegar las actividades voluntarias y auto-organizadas (6)”.

El tiempo liberado del trabajo asalariado no debe ser reivindicado para instaurar una sociedad sobre el principio del interés-para-sí, sino para instaurar una sociedad sobre el principio del interés- por-el-otro, es decir, el principio de reciprocidad.

Para los asalariados de hoy, no se trata de oponer solamente los intereses de los débiles a los intereses de los fuertes, los intereses de la totalidad a los intereses de la mayoría o de una minoría, sino de oponer al interés lo contrario del interés.

La interfase entre la economía capitalista y una economía post-capitalista no pasa, entre los intereses de los unos y los otros, sino entre la economía capitalista y la economía humana. Pasa entre la explotación del trabajo y el trabajo liberado, entre el trabajo por intercambio y el trabajo por el don, y debe ser reconocida por todos los seres humanos como condición de su libertad, o si no los privilegios enmascararán la explotación acordando a cada uno un dominio privado en el que será posible practicar la reciprocidad con su familia, su parientes, su corporación; construirán una sociedad dual, de la que una parte tendrá acceso a la alta tecnología, a los saberes, mientras que la otra parte estará confinada a las obras sociales y a las actividades de interés local. Frente a la amenaza de su servidumbre, la reciprocidad debe ser proclamada inmediatamente universal (7).

Pero ¿cuáles serían entonces las ventajas del subsidio universal?

Ella le permitiría al asalariado negociar con el patrón, sin estar forzado a aceptar sus condiciones.

Sería, para los excluidos, el fin de la desesperanza y una barrera contra el terrorismo. Daría a cada ser humano la libertad de elegir una actividad que expanda sus dones y su creatividad en beneficio de toda la sociedad. Ordenaría a sus beneficiarios a responder según el principio de reciprocidad por el don. Los hombres provistos de lo necesario tendrían, ciertamente, la elección de producir para acumular o donar. Pero la gran mayoría de los hombres tiene sed de producir para dar. A partir del reconocimiento de la razón del don, se convertirá en la principal dinámica de la producción humana.

Esta razón del don ya es el motor de una parte importante, aunque no inventariada, de la actual producción, pero está escondida y explotada por la razón de que va en menoscabo del interés.

A partir del momento que la sociedad tenga el poder de organizarse por la reciprocidad, gracias al subsidio universal, desde que disponga de una territorialidad en la que volcarse en actividades que ya no podrán ser desnaturalizadas por la ganancia, suprimirá inmediatamente la pobreza material y engendrará la riqueza espiritual.

Notas

(1) Ver : Jean-Marc Ferry, en La revue du M.A.U.S.S., n° 7, premier trimestre, 1996.

(2) Ver : Yoland Bresson, ibid.

(3) Ver : Thomas Paine, ibid.

(4) Ver : Jean-Luc Boilleau, ibid.

(5) : Alain Caillé, ibid.

(6) Andre Gorz, Métamorphoses du travail : quête de sens, Galilée, Paris, 1998.

7) Marx opuso el trabajo estructurado por el intercambio y el trabajo estructurado por la reciprocidad.

He aquí el trabajo por el intercambio:

« Cuando produzco más de la que me falta inmediatamente, el surplus de ese producto se calcula con refinamiento teniendo en cuenta tu necesidad. Es solo en apariencia que produzco ese surplus. En verdad, produzco otro objeto, el objeto de tu producción, que quisiera intercambiar por ese surplus, un intercambio que ya he realizado en mi mente. El lazo social en el que me encuentro en relación a tí, mi trabajo para satisfacer tu necesidad, no es entonces sino una apariencia y nuestra integración mutua no es, también ella, sino una apariencia: su base, es el pillaje reciproco. La intención de robar y de engañar se disimula necesariamente bien, al ser interesado nuestro intercambio, tanto por mi lado como por el tuyo, con cada egoísmo queriendo sobrepasar al otro, tratamos entonces de robarnos mutuamente. Es cierto que el grado de poder que reconozco a mi objeto sobre el tuyo reclama tu aprobación para convertirse en un poder real. Pero nuestra aprobación reciproca del poder respectivo de nuestros objetos es un combate por y para vencerlo, hay que tener más energía, fuerza, inteligencia o habilidad. Si la fuerza física basta, te robo directamente. Si la fuerza física no basta, tratamos de engañarnos recíprocamente y el más hábil engaña al otro. Poco importa, desde el punto de vista del sistema en su conjunto, cuál de los dos obtuvo la ventaja. El engaño ideal descuenta; opera de los dos lados; dicho de otra forma, cada uno engaño al otro según su propio juicio (...) El único lenguaje comprensible que podamos hablar, el uno al otro, es el de nuestros objetos en sus relaciones mutuas. Seriamos incapaces de comprender un lenguaje humano, éste quedaría sin efecto. sería comprendido y sentido como una oración e imploración, y, por ello, como una humillación expresada avergonzadamente, con un sentimiento de desprecio, sería recibido por el otro lado como una impudicia o una locura y rechazada como tal; hasta tal punto somos extranjeros a la naturaleza humana que un lenguaje directo de esta naturaleza se nos aparece como una violación de la dignidad humana: al contrario, el lenguaje alienado de los valores materiales nos parece el único digno del hombre, la dignidad justificada, confiada en si y conciente de si. Es verdad, a tus ojos, tu producto es un instrumento, un medio para hacerte de mi producto y para satisfacer entonces tu necesidad. Pero, a mis ojos, es el objetivo de nuestro intercambio. No eres, para mí, sino el instrumento para producir este objeto, que es un objetivo para mí, así como, inversamente, te encuentras en la misma relación hacia mi objeto. Pero 1) cada uno de nosotros actúa bajo la mirada del otro; tu te has trasmutado realmente en medio, en instrumento, en productor de tu propio objeto a fin de hacerte con el mío; 2) tu propio objeto no es para ti sino el sobre producto concreto, la forma escondida de mi objeto. Te has convertido, de hecho, en tu propio medio, el instrumento de tu objeto del que tu deseo es el esclavo, y tu aceptaste trabajar como esclavo a fin de que el objeto ya nunca sea una limosna para tu deseo. Si en el origen del desarrollo, esta dependencia recíproca frente al objeto aparece de hecho, para nosotros, como el sistema del amo y el esclavo, esa no es sino la expresión sincera y brutal de nuestras relaciones esenciales. El valor que cada uno de nosotros posee a los ojos del otro es el valor de nuestros objetos respectivos. Consecuentemente, el hombre mismo no tiene valor para cada uno de nosotros».

¿Como Marx imagina entonces el trabajo para el don recíproco ?

« Supongamos que producimos como seres humanos, cada uno de nosotros se afirmaría doblemente en su producción, a sí mismo y al otro.

1) En mi producción, yo realizaría mi individualidad, mi particularidad; experimentaría, al trabajar, el goce de una manifestación individual de mi vida y, en la contemplación del objeto, tendría el goce individual de reconocer mi personalidad como una potencia real, concretamente aprehensible y que escapa a toda duda.

2) En tu goce y tu empleo de mi producto, tendría la alegría espiritual inmediata de satisfacer por mi trabajo una necesidad humana, de realizar la naturaleza humana y de suministrar a la necesidad de otro el objeto de su necesidad.

3) Tendría conciencia de servir de mediador entre tú y el género humano, de ser reconocido y sentido por tí como un complemento de tu propio ser y como una parte necesaria de tí mismo, de ser aceptado en tu espíritu y en tu amor.

4) Tendría, en mis manifestaciones individuales, el goce de crear la manifestación de tu vida, es decir, de realizar y de afirmar en mi actividad individual mi verdadera naturaleza, mi socialbilidad humana (gemeinwesen). Nuestras produciones serían otros tantos espejos en los que nuestros seres irradiarían el uno hacia el otro. En esta reciprocidad, lo que sería hecho de mí lado lo sería también del tuyo».

Obras, La Pleiade, Economie, II. p. 31-33.

lunes, 13 de agosto de 2007

El lenguaje de los desfiles

Los monoteístas no estamos acostumbrados a leer lo fluido, el paisaje, el clima, la energía. Nuestro fuerte estriba en congelar la vida e inmovilizarla en la letra escrita, para minimizar la plurivocidad, suscitar la identidad y escribir, luego, sobre el tiempo y la historia: el lugar donde creemos que nos vamos a salvar. El espacio es sólo un soporte para nosotros; recónditamente, es el lugar de la idolatría. Tenemos, empero, que complejizar nuestra mirada, pues el Calentamiento Global es una consecuencia de no haber tenido en cuenta el espacio, como el lugar de la morada y comunicación inter humana. Los animistas, por el contrario, se expresan con todos los sentidos, con sus cuerpos (que, a su vez, se tornan textos por su indumentaria o tatuajes) moviéndose por el espacio y, por tanto, incorporando el tiempo: la duración del desplazamiento. Sus mensajes políticos a los monoteístas, parecieran cifrarse en sus desplazamientos por los espacios públicos republicanos que conducen, conectan y comunican: las carreteras, las calles, las plazas que se convierten en las hojas en las que escriben sus mensajes a través de Perfomances multidimensionales: bloqueos, marchas, desfiles o Instalaciones vivas masivas: huelgas de hambre, crucifixiones públicas. La Palabra de Liminalidad refulge en las carreteras; la Palabra de Oposición en la calles y la Palabra de Unión en los desfiles. Desearía explorar sus sentidos, pues están hablando muy fuerte y nosotros, los letrados, como que no nos queremos dar por enterados. De todos modos, hay también como un “analfabetismo” del lenguaje corporal de los Otros del que padecemos los monoteístas. En este segmento, se ubica esta reflexión. El desfile, desde una mirada más bien occidental Una cosa es caminar, otra marchar, otra desfilar. Desfilar incluye a las anteriores y les añade marcialidad; es el lenguaje de los ejércitos, el lado florido de la guerra, el vértice amable de la victoria, que celebra o anticipa el triunfo. Es un lenguaje de guerra que recuerda que en él hay vencedores y vencidos; que la vida y la muerte se pueden acercar; por tanto, toca lo sagrado. Un desfile entraña sobre todo un aviso disuasorio: preferimos la paz, pero si tu sigues ciego, sordo, cerrado, agresivo, pues tendrás guerra. Es un memorandum. El desfile es el lenguaje de los que saben que tienen la fuerza y el poder. Por eso intimida, pues confronta al Otro directamente, cuerpo a cuerpo, no a través de los media, es decir, a través de una intermediación abstracta. Con razón se sienten “pro-vocados” los comiteístas: han acusado el mensaje; pues, efectivamente, son con-vocados a portarse razonablemente: civilizadamente. Pero, he aquí, que este desfile surge, precisamente, como respuesta a la resistencia al Cambio, liderada por el Comiteísmo cívico católico (cuyo punto focal de identidad es, precisamente, la estatua del Cristo Redentor) (Los qollanas, en el Cabildazo, le contrapusieron el Faro Murillo, donde se asientan los yatiris de la Ceja; tampoco por casualidad). Esta resistencia católica al Cambio se expresa en el cultivo continuo, en dosis homeopáticas, de un clima de hostigamiento mediático que busca, artificialmente, crear turbulencia política en el sistema, para desestabilizar el Régimen democrático. Ellos, pues, el Comiteísmo, son los Otros invisibles de esta puesta en escena energético interactiva. Ellos son los destinatarios directos de su mensaje kinético. El fuerte de los animistas no es la Palabra; son las Perfomances rituales. Este es otro motivo de malentendido entre monoteístas logo-céntricos y animistas praxis-centrados. Por eso, precisamente, había que ir personalmente a Santa Cruz, con sus ponchos y sus flechas, a mostrar físicamente, a poner en evidencia, delicada y hasta lúdicamente, que el Comiteísmo son cien familias y el pueblo cruceño está con ellos; que ambos quieren la “Unidad de Bolivia”, la concordia y la convivencia civilizada. En el Tromplillo, la televisión mostró pueblo; bajo el Cristo Redentor, colegialas y alta costura tropical. Un desfile, además, recuerda que todas las guerras las culmina la infantería; que no hay guerra ganada por la aviación. Ellos son la infantería de este país desde su fundación; son los que hacen el Servicio Militar. Se trata, pues, de que el Comiteísmo tome conciencia de la fuerza real del Otro y se modere. Todo desfile es un aviso. Este desfile fue una segunda respuesta amistosa a la guerra mediática ya desatada por el Comiteísmo cívico católico y que no cesa. ¿Habrá que recordar que la paciencia suele tener un límite? El ver al Prefecto y al Alcalde, después de todo lo dicho, modosos y sonrientes al lado del Presidente de la República, que aplaudía, seguro y fuerte, el desfile de sus ejércitos, mostraba claramente la correlación de fuerzas (de eso se trataba, justamente) y ellos, debieron sentirlo, subjetivamente, como una gran humillación y derrota, aunque, objetivamente, el protocolo diluía todo ello en agua de borrajas; para eso están, precisamente, los ceremoniales de Estado. En esta guerra mediática que el Comiteísmo cívico católico, ha desatado contra Evo y los indígenas: contra los Otros: los animistas, han tenido, nomás, que participar en la escenificación de su propia derrota moral; no les quedaba otra. El haber hecho lo imposible, para que no se diera ese desfile en Santa Cruz, revela extraordinariamente que el Comiteísmo sabía muy bien de qué se trataba simbólicamente. El mensaje mayor, empero, es un conmovedor pedido de Reconocimiento dicho en su lenguaje: mírennos, esto somos; estamos en todas partes, somos la mayoría, venimos en son de paz, pero tenemos poder. A través de Evo estamos en el gobierno; somos aliados de las Fuerzas Armadas. Ya no pueden disponer de ella, como en la época de los Teodovic. Esa época pasó. Sean inteligentes y reconozcámonos por las buenas, amigablemente, que si no va a tener que ser por la fuerza, pues el Pachakuti ha llegado; la tortilla se ha volteado. Ahora es otro tiempo. Los diversos rostros de la violencia latente Estos desfiles, además de una ritualización del conflicto, son un microcosmos en movimiento donde se muestra, como en un escaparate, las violencias latentes de nuestra sociedad. Reconozco dos formas de violencia: la occidental y la amerindia. La occidental está representada por: a) las Fuerzas Armadas, que son los gestores de la violencia legítima del Estado y b) por el Comiteísmo Cívico, que es promotor de una violencia ilegítima e ilegal que busca perpetuar un Estado fallido oligárquico. La novedad es que, ahora, ambas formas de violencia dominante no van juntas. Se ha roto el pacto señorial. Ahora bien, las FFAA mezclan diversas formas de violencia: enfrentamientos de masas encontradas (bloqueos); neutralización de la potencia del Otro para anular su fuerza (Erradicación de coca); aplastar, sencillamente, insurrecciones urbanas. El Comiteísmo Cívico implementa ya la llamada guerra de “Cuarta Generación”, Fourth Generation Warfare. Esta guerra sutil, de la era de la información y las telecomunicaciones, ya no tiene soldados, tiene periodistas y presentadores de tele noticiero; los cuarteles son los canales de televisión y las salas de redacción; no disparan balas, bombardean la opinión pública para influir en su ánimo; es una guerra psicológica y mediática. Utilizan la bandera de la democracia y las libertades para aniquilar la democracia y las libertades. Esta es la guerra continua de baja intensidad del Comiteísmo. Esporádicamente salen de pogromo con sus huestes juveniles en Razzias y Jacqueries contra indígenas indefensos, mujeres vulnerables, niños asustados: toda una demostración de machismo tropical. De vez en cuando filtran a los medios fotografías de Sicarios para darse ánimos y, últimamente, han pasado un spot publicitario a lo ETA / FARC: sin comentario. Cada cual saca el tipo de violencia que tiene en su corazón; esta violencia cainita busca la aniquilación del Otro, pues, monoteístamente, no puede aceptar al Otro como diferente, a no ser que se “modernice”, “castellanice”, cante a capella el Ave María de Zipoli, “progrese”: “se acambe”. Estamos en el dominio simbólico del Uno. La otra forma de violencia es la indígena, que es de naturaleza oriental. Reconozco dos formas: a) El arte de la guerra, de Sun Tzu: cómo vencer al enemigo simplemente imponiendo una moral dominante, infundiendo el miedo para así poder vencer sin llegar a la batalla y b) lo que Ludovico Bertonio llama Auca pura tincusitha, juntarse entre bandos contrarios, para buscar el balance justo a través de la ritualización del conflicto, que es, por cierto, lo que son estos desfiles, que traduzco para mis lectores. Tristan Platt, Entre Ch´axwa y Muxsa, en Tres reflexiones sobre el pensamiento andino, distingue tres conceptos que nos puedan dar una idea de qué lógica subyace a lo que cada vez empezaremos a ver con más frecuencia. La idea básica es que estas puestas en escena se basan en el concepto de Paridad: Alasaya / Majasaya: dos bandos: Animistas / Monoteístas; dos ecositemas: Tierras Altas / Tierras Bajas; dos economías: Reciprocidad / Intercambio ... lo que, políticamente, se llama Diarquía: el Poder de la Paridad (Por eso es que no tiene pies ni cabeza, traducir estas prácticas políticas no-occidentales en la propuesta occidental del Estado Unitario Plurinacional que corresponde al modelo anterior basado en el Uno). El primer modo es el Tinku: el encuentro de dos parcialidades antagónicas (Tierras Altas y Tierras Bajas) para sellar una unidad mayor que sería la Diarquía: el Estado Yanantin. Se lleva a cabo como un juego, pujllay, para ostentar fuerza en búsqueda de un Balace Justo. El arquetipo del Tinku es el coito. No pretende, pues, la aniquilación del Otro, como presienten, desde su lógica occidental, los Comiteístas. Todo lo contrario: los qollanas les quieren hacer el amor, por las buenas o por las malas. El segundo modo es la Ch´axwa de contrarios, una relación de contrariedad antagónica pero complementaria entre vencedores y vencidos. Este modo es para cuando el anterior: el Tinku, que busca una igualdad simétrica, no ha sido suficiente. El tercer modo que piensa la relación entre simetría y contrariedad es Mokhsa. Los significados ofrecidos por Bertonio, además de paz y reconciliación, indican que la violencia física y verbal pueden coexistir con acciones de ternura, suavidad y sazón. Los andinos, en efecto, asocian explícitamente pelea, comida y sexo (como nosotros reprimidos monoteístas, por cierto). No cabe, pues, la idea de aniquilación del Otro, ni de Absorción; desaparecería la Paridad Onda / Partícula. Restablecido el equilibrio, se convive, se coexiste, se complementa. Esto tienen que entender los bolivianos monoteístas. Caín y Abel y la Endlösung no son un arquetipo andino. Cristóbal de Albornoz narra una práctica que el Inka llevaba a cabo con sus vencidos: “Cuando iban los ingas conquistando, dexaban alguna (…) ala de halcón. Desta ala de halcon usa dicha cirimonia, que a los que vencían escogía a uno a quien dexaba en su lugar y le decía: “Hazed desta ala de halcón bivo y tirad della hasta que la saqueis”. Quedó el inga con la una y al que nombrava con la otra, y dezíales: “Mirad como esta ave es la más noble y leal de las aves, ansí lo has tú de ser conmigo, que me fío de ti”. Este es el arquetipo del modo qollana de hacer política. Este arquetipo no se puede vaciar en el formato “Estado Unitario Plurinacional”. El halcón estatal indígena sólo puede volar con dos alas (Diarquía): los monoteístas de Tierras Bajas: “a quien dexaba en su lugar”, a un lado; los animistas de Tierras Altas: “que me fío de ti”, al otro lado del cuerpo estatal. Los bienes públicos (recursos naturales) son de todos y los administra el foedus de la consociatio symbiótica: el cuerpo del halcón, para decirlo con palabras del padre del federalismo occidental: Johannes Althusius y del Inga andino. El desfile desde una mirada más bien andina y cuántica Digamos que la realidad es el efecto cuántico (no hay objetividad; hay Efecto Observador) de la complementariedad de dos energías antagónicas: jampi y layka, bosón y fermión, … que se expresa también simbólicamente a través de dos funciones simbólicas que, con Dominique Temple, llamaré la Palabra de Unión y la Palabra de Oposición que co-existen en el Vacío Cuántico de todo lo que es, desde el nivel subatómico hasta en la Teosfera (L. Boff), pasando por la Noosfera (T. Chardin). Pues bien, los qollana han activado, en los desfiles indígeno/militares, la Palabra de Unión: “Bolivia unida”. Han izado la Tricolor, que une, y han arriado la Wiphala, que desune, pues simboliza su Palabra de Oposición, de diferenciación. La primera unión la han tejido con las FFAA: sus clásicos verdugos. Quieren restregar esta Alianza en los ojos de todos. Ese fue ya el mensaje del desfile de Sucre. Este año, quieren insistir con los que no se quieren dar por enterados. Quieren unirse con ellos, en ese Tercero Incluido que es Bolivia, respetando su diferencia, pues los necesitan no como sus iguales sino como sus opuestos para que haya complementariedad. Aquí hay una fuente de malentendido. Los monoteístas entienden la Unión como absorción del otro, como desaparición del Otro en su Sí-mismo. Los qollanas entienden la Palabra de Unión cuánticamente como unión de fuerzas antagónicas. Ahora bien, la Palabra de Unión pretende dar cuenta de la totalidad del campo de la conciencia, por eso está cargada de afectividad e incluso religiosidad, ch´allas, en la lógica del don: se preguntaban, en la tele, ¿qué nos regalarán (los cruceños en reciprocidad)? Les hicieron el contradon de la hospitalidad. La Palabra de Unión suscita un centro, movil, cuyo símblo es Evo Morales: el Jefe de Estado, en efecto, se convierte en un centro de redistribución general. “Bolivia” es el Tercero Incluido; intangible, que reune la heterogeneidad homogeneizando un nuevo “Nosotros” como justo balance de dos civilizaciones antagónicas. De momento Sun Tzu y Evo: lo oriental, dirigen estos desfiles; las FFAA: lo occidental, están en el Manqhapacha, alertas. Este es el mensaje de estas ritualizaciones del conflicto entre dos civilizaciones, una de las cuales se empeña en no reconocer a la otra, como Otra. Javier Medina

Síndrome Pando

Escribo con dolor; con el dolor del que constata que su sistema no produce una eticidad capaz de fundar relaciones con el Otro que no le avergüencen como parte de una Humanidad mayor. Cada vez es la misma historia: “Entrar con la de ellos, para salir con la nuestra”. Me siento como hijo de un criminal peligroso; de un depredador ciego y feroz; de un desequilibrado mental que no es capaz de ver la totalidad, sino sólo su parte que, encima, absolutiza como única. ¿Por qué no podemos cumplir nuestra palabra? ¿Por qué nuestras buenas intenciones terminan dejándolos en la estacada, cuando no apuñalándolos por la espalda? ¿Qué es lo que nos impide aceptarlos como Otros? Algunas pistas Voy a tratar de responderme utilizando esa rejilla analítica que distingue entre lo real, lo imaginario y lo simbólico. Pero, antes, hace falta recordar que hemos sido educados en entender nuestras relaciones con la Indianidad de forma paternalista y vertical. Y ello es así porque nuestro modelo mental mayor es de tipo Patriarcal y, además, monista. Un solo Dios, Padre; los demás son hijos menores de edad; de ahí las estructuras mentales y afectivas que caracterizan al monoteísmo católico en nuestro país. Luego, la noción de verticalidad (que organiza nuestro sistema de relaciones bajo la modalidad de la subalternidad) se finca en la noción católica de Gracia. Es decir, que sólo se puede imaginar un dinamismo que baja de arriba abajo y que no precisa, explícitamente, de retorno. Excluye la Reciprocidad como condición de su propia posibilidad. Dios crea libérrimamente y no precisa ni de la creación ni del hombre para existir. Este modelo mental es antagónico al modelo de la Indianidad basado en la Reciprocidad, es decir, en la lógica de la circulación democrática de la energía social. Nadie es suisuficiente; todos precisan de todos, incluidos el Dios y los dioses. Esta idea va contra la esencia misma del Monoteísmo: su noción de divinidad. Lo real El monoteísmo católico entiende su relación con la Indianidad, atomizando su visión de ella (no quiere ver que es otra civilización) y personalizandola en la figura del Pobre (de acuerdo al Intercambio). Que haya Pobres es de vida o muerte para el Monoteísmo. Si no los hubiera, tendría que crearlos (que es, justamente, lo que ha hecho). El monoteísmo no es pensable y, sobre todo, praticable en una sociedad sin pobres. De las virtudes monoteístas: fe, esperanza y caridad, las dos primeras se pueden practicar directamente con Dios; sólo la tercera precisa del otro y repárese cómo: como objeto de caridad justamente; no como un Tu con el que se establecen relaciones de reciprocidad. Es más, en torno a ello: los pobres, se organizan las obras de la iglesia, desde la limosna, pasando por el montepio hasta las actuales oenegés que, en unos tiempos secularizados también han secularizado la Misión como Ayuda al Desarrollo: la gran fábrica de empobrecimiento de los países de misión. Sobre esta centralidad ontológica del “pobre” en el catolicismo, remito a la teología de la liberación. En cambio las virtudes andinas: ama sua, ama qella, ama llulla y las virtudes confusianas: respeto, magnanimidad, sinceridad, formalidad y amabilidad, para ser practicadas, precisan del Otro, se practican en comunidad; en tanto las virtudes occidentales, a las que hay añadir las aristotélicas de fortaleza, templanza, justicia, prudencia y sabiduría, se basan en el individuo y la noción de justo medio. Por tanto, pues, una propuesta política que apunta a la Suma Qamaña: el vivir bien en equilibrio y armonía, no sólo con los otros (lo que implica no-pobres) sino también con la naturaleza (lo que implica homeostasis biosférica) es algo que atenta radicalmente contra la institucionalidad monoteísta y occidental misma. Sin explotar al otro y a la naturaleza no es pensable el monoteísmo occidental. Aquí no es la razón la que reaciona, sino el instinto. En nuestro caso, el conatus alucinado por llegar a ser un Estado industrial fuerte. Para ese propósito, los indios, obviamente, no sólo sobran, sino que estorban. Por tanto, traicionarles, de a poquito, es lo más delicado que pueden hacer. La otra forma de comprender su relación con la Indianidad es entenderlos como Menores de Edad, es decir, como occidentales en potencia que a través de las instituciones de la modernidad: la escuela, el hospital, el cuartel, el mercado, la carcel, el manicomio (obsérvese que, hasta ahora, estos son los espacios en los que trabajan las oenegés) algún día llegarán a ser occidentales. Las grandes líneas de trabajo de esta forma de relacionarse son la Capacitación y la Promosión. El solo instituirlas crea una relación asimétrica de subordinación y dependencia: el capacitador y el capacitado; el promotor y el promovido, el que sabe y el que no sabe. Los primeros son siempre los misioneros y voluntarios y los segundos son siemrpe los indígenas. Esas instituciones de la Ayuda al Desarrollo crean automáticamente al Menor de Edad y sólo así saben relacionarse con el Otro; nunca considerándolo como un igual; menos aun como un complementario. Dicho con otras palabras: el Monoteísmo sólo puede establecer relaciones con el Otro sobre una base etnocida: extirparle su cultura y capacitarle; promoverle: hacerle pobre y endeudado en el otro sistema. Esta es, desgraciadamente, la otra forma que conocemos de relacionarnos con el Otro y de lucrar nuestro pan: viviendo literalmente de los pobres e indios a través de la forma oenegé. ¡Cómo no se nos va encoger el ser: el conato de persisitir, si un nuevo modelo de sociedad ya no va a precisar de nosotros, capacitadores y promotores del desarrollo! Toda la clase media universitaria, que no trabaja en el gobierno, vive de esta suerte de organización de la mendicidad, que capta “ahorro externo” en nombre de los indios y los pobres. A este parasitismo estructural, a este vampirismo urbano que vive de la sangre india, ¿cómo no se le va a estremecer el ser, ante la mera perspectiva que una Diarquía o una Autonomía Indígena, no supediatda a la Autonomía departamental, que los haga superfluos? En un Ayllu ampliado a escala comarcal, departamental o regional, el cristianismo ya no tiene lugar; las oenegés tampoco. ¿Hemos pensado la catástrofe que ello implicaría para este modo de vida colonial sublimado? No, no queremos pensarlo en voz alta, pero lo intuimos y presentimos y ello azuza nuestra resistencia al Cambio. Este vampirismo estructural se resiste; busca persistir en el ser. Durante la Asamblea Constituyente, la iglesia y las oenegés se han dado cuenta que el trabajito de “empoderarlos” ha ido más lejos de lo conveniente y se puede volcar contra un modo de vida que les permite practicar la virtud de la caridad con fondos externos. Ha llegado, pues, el momento de empezar a traicionarles, de a poquito, para que nada cambie. La otra manera que tiene el Monoteísmo de relacionarse con la Indianidad es la de camuflar su fracaso evangelizador sive desarrollista con la narrativa del mestizaje y el sincretismo, que encubre decentemente el etnocidio amerindio que siguen perpetrando a través de sus oenegés. La mejor manera de adelantarse a la acusación de etnocidio, en la era de los Derechos Humanos, es hablar y escribir acerca del mestizaje, de lo mezclado, lo híbrido. Están dispuestos a todo, con tal de no reconocerlos y aceptarlos como Otros y menos aún como complementarios, pues ello mandaría al diantre su pretención de absolutez y universalidad: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Aceptar la alteridad de la Indianidad supondría cometer un suicidio colectivo y, ¡ay! todo ente busca persistir en el ser. La mala fe, empero, de esta forma de relacionarse, ninguneando al Otro, se basa en una confusión entre orden biológico y orden simbólico; entre hardware y software. En el orden biológico, desde el nivel bacteriano hasta el del homo sapiens, la vida es fruto de la mezcla. En este sentido biológico, la vida es, efectivamente, fruto de la hibridación, del sicretismo, del mestizaje. La trampa y la mala fe, empero, se evidencian en que ese hecho biológico lo desplazan al nivel simbólico, donde se ubica el Monoteísmo, cuyo software basado en la Identidad (sólo yo soy; no hay otro al lado mio. Si yo soy el camino, la verdad y la vida, no puede haber otro camino ni otra forma de vida diferente a la mía) no puede aceptar Otro al lado suyo. Aquí finca el fundamentalismo abrahámico que tanta paz ha traido y sigue trayendo a este mundo. Esta mala fe es más grave aún, en tanto que sus doctores saben que el software indígena y, en general, oriental, se basa en la complementariedad de la energía Yin y la energía Yang, Urin y Aran; es decir, que la Indianidad al basarse en un modelo de Paridad, Yanantin, concede a priori un lugar al Otro, en nuestro caso, al Monoteísmo. Es decir, la incorporación del Monoteísmo cristiano en los Andes no se debe tanto, simbólicamente, al esfuerzo misionero católico, cuanto a la apertura a priori del Animismo hacia el Otro. Ahora bien, lo que ha hecho el cristianismo es aprovechar esa “vulnerabilidad” amerindia para occidentalizarlos, que es otra cosa. Aunque sea dificil, tenemos que distinguir entre Occidente y el Monoteísmo. He aquí, por cierto, un desafío para el cristianismo boliviano del siglo XXI. El Monoteísmo representa la energía fermiónica y, por tanto, por un lado, es irrenunciable y, por otro, es una energía sajra: peligrosa, agresiva, depredadora, que tenemos que domesticar. La Buena Vida es la complementariedad, dosificada localmente, de estas dos energías fundamentales de la Vida. Mientras el Monoteísmo no haga una metanoia radical, dos tercios de la humanidad tendrán que morir para que un tercio tenga vida. Su costo eficiencia es sencillamente inaceptable. Así, pues, otra razón de la tendencia monoteísta a traicionar la confianza de los amerindios, es ésta. Lo imaginario La otra explicación probable de por qué los monoteístas terminan traicionando a la Indianidad es la ilusión de la Unidad, en este caso, la unidad de Bolivia. La iglesia católica nunca ha tenido vergüenza en proclamar abiertamente que ella es la garante de la unidad de los bolivianos. Claro, apenas aparece la noción de una posible Autonomía Indígena de verdad (no hablemos ya de Diarquía) ésta es percibida, certeramente, como una posibilidad de perder influencia y dominio sobre ese territorio y esa población que tendrá los recursos para no depender de ella. ¿Qué haría la iglesia si no pudiera presentar proyectos de desarrollo a las agencias de la cooperación internacional para investigar y promover al campesinado? ¿De qué vivirían sus seglares? Si los amerindios empezaran a organizar sus vidas de acuerdo a su cultura, es obvio que la unidad monolítica, homogeneizante, occidentalizante, tercermundista, empezaría a romperse. Entonces los mediadores, los intermediarios, los facilitadores, los ejecutores, los comunicadores de la Unidad se quedarían sin trabajo. Otra vez la mala fe de sus doctores sale a luz: juegan y se aprovechan de la multivocidad de la palabra Unidad. Los monoteístas la entienden como univocidad, homogeneidad, occidentalización tercermundista. Los animistas en cambio como complementariedad de opuestos; como convivencia de diferentes; como encuentro de energías encontradas, según el modelo del T´inqhu. Luego, a través de hacer bulla por los medios de comunicación, se busca imponer la propia versión de la Unidad. Como, empero, la realidad mediática tiene sus límites: no hace fácilmente milagros, y la evidencia empírica del caos conflictivo general es tan abrumador, se empieza a sentir en el cuerpo que la propia noción de Unidad, de hecho, no existe. Así mismo, la abrupta toma de conciencia de haber hecho de aprendices de brujos con sus devaneos acerca de la diversidad, la multiculturalidad, la interculturalidad, les ha paralizado el ajayu, cuando se han dado cuenta que los indígenas, en la Asamblea, han querido convertir en hecho político esa idea no homogenea de la “Unidad” de Bolivia. Ante esa inminente realidad, el instinto de sobrevivencia vuelve a agitar histéricamente la ilusión de la Unidad homogenea de Bolivia, para persistir en el ser. No queda, pues, otra que empezar a traicionarles de a poquito: autonomía indígena pero sólo como mancomunidad de municipios indígenas. Eso no pone en cuestión el sistema y nos asegura “proyectos” para buen rato, como premio por haber ahogado sutilmente la rebelión indígena. Lo simbólico Oriente y Occidente son las dos formas como colapsa lo humano, a nivel de civilización. Occidente nunca ha sabido cómo manejar estas relaciones con sabiduría e inteligencia. Donde este encuentro se ha dado sin un imperio por detrás, su actitud ha sido respetuosa y correcta; donde ha sido parte de la expedición conquistadora y colonizadora, su comportamiento no ha sido digno de un ser humano. La connivencia con el poder político y militar no le hace bien al Monoteísmo: le hace aflorar su homo homini lupus. Es una gran desgracia que el Monoteísmo no haya sabido comportarse con el Otro sino es en términos de genocidio, para usurparle sus tierras; en términos de etnocidio: para matarles sus culturas e implantar las suyas; en términos de economicidio: arrasar con la economía de reciprocidad para dar lugar al Intercambio y así empobrecerlos sistemáticamente; en términos de politicidio: facilitar la desaparición de sus sistemas de autoridades originarias, remplazándoselas por otras: sindicatos y partidos, para así subordinarlos políticamente. Pues bien, todo esto ha estado a un tris de revertirse epocalmente en la Asamblea y, a saber, por medios democráticos y con una voluntad de compartir el poder impensable y, por tanto, increible para un monoteísta. Nuestra ceguera, nuestros miedos atávicos, nuestra falta de inteligencia han cerrado la posibilidad de un cambio inteligente y generoso y en este grado mínimo de poder, el dejarles en la estacada y traicionarles, ha vuelto a ser la forma como tratamos de reafirmar el principio de identidad, de no contradicción y de tercero excluido del que dimanan todas nuestras actitudes y acciones. Estas serían las razones que encuentro a nuestra tendencia a traicionar e incumplir nuestros compromisos con la Indianidad. Javier Medina

lunes, 28 de mayo de 2007

La reciprocidad en la nueva Constitución boliviana

Introducir el principio de reciprocidad en la Constitución boliviana representa un hito sin precedente para los pueblos originarios de Bolivia. La propuesta consensuada por el Pacto de Unidad, que agrupa a varias organizaciones nacionales de pueblos indígenas originarios y organizaciones sociales (CSUTCB, Confederación de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa, la Confederación de Ayllus y Markas del Qullasuyu, la Confederación de Colonizadores de Bolivia, la Central Indígena del Oriente boliviano y el Movimiento Sin Tierra), menciona este principio en varios artículos: "Art.2: Bolivia se funda en los principios de unidad, solidaridad, reciprocidad (...)". El proyecto de Constitución del Movimiento al Socialismo introduce también el concepto en varios de sus artículos. Por ejemplo, "El régimen socioeconómico se fundamentará en los principios de distribución equitativa de la riqueza, participación estatal, reciprocidad, solidaridad regional y humana, desarrollo sostenible, justicia social, eficiencia, protección del medio ambiente y productividad, a los fines de asegurar el desarrollo humano integral y una existencia digna y provechosa para la colectividad". "Las propuestas de los asambleístas de la Comisión Visión de País apuestan a defender y promulgar la reciprocidad entre pueblos al interior del país como más allá de las fronteras, como preámbulo para la nueva Carta Magna (16 de mayo)". La pregunta es: ¿Qué se entiende en éstas y otras propuestas por "reciprocidad"? Aplicar el principio de reciprocidad al regimen autonómico, al sistema económico, a las "relaciones entre el Estado y los pueblos originarios indígenas", a las relaciones internacionales... requiere sin duda de una precisión conceptual. En este espacio, proponomos aportar y discutir los fundamentos teóricos de la reciprocidad y sus posibles aplicaciones dentro de la nueva sociedad boliviana.